Futurismo
[Fuente: http://www.masdearte.com/]
Nace como movimiento literario en Italia en 1909 con el poeta Marinetti y se justifica teóricamente en una serie de manifiestos dedicados a cada una de las artes visuales.
Proclama con violencia la necesidad de un nuevo lenguaje artístico, la destrucción de museos, bibliotecas y ciudades convertidos en mausoleos del pasado. Aboga por la estética de la nueva era, de la velocidad y de la máquina. El primer manifiesto de los pintores data de 1910 y lo firman Boccioni, Carrá, Russolo y Severini. El mismo año el Manifiesto técnico de los futuristas publica un programa más concreto en defensa de la poética del dinamismo en el arte. Desde el desprecio a la imitación, exaltan cualquier forma de originalidad. El divisionismo es el punto de partida para llegar a la expresión de la visión simultánea y el movimiento y el objeto se desdobla y multiplica en una suerte de combinación que no distingue entre él y su entorno. Para lograr esto adoptan de los cubistas la descomposición de la realidad en planos. Cronológicamente la primera etapa del futurismo, en torno a los manifiestos de 1909 a 1912 y a la "Exposizione d´Arte Libera" de 1910 en Milán, es crucial y se prolonga hasta la muerte de Boccioni en 1916. Éste escribe el Manifiesto técnico de la escultura futurista y propone integrar la figura con su entorno para lo que se enfrenta al espacio como si fuera una masa sólida, al tiempo que defiende la utilización de múltiples materiales. Sus aportaciones son claves para la obra de individualidades como Moore, Archipenko o Gabo, y en general para la evolución de la escultura contemporánea. Del mismo modo la influencia del futurismo es significativa en elvorticismo, cubo-futurismo, rayonismo y en algunos miembros de Der Blaue Reiter. A partir de 1916, Marinetti y Balla lideran a un grupo de jóvenes que suponen la única alternativa al nuevo clasicismo, iniciando una nueva etapa de menor relevancia que la anterior.
ENLACES:
Archivo Futurista (Eng- It)
Archivo Futurista (Eng)
Archivo Futurista (Eng-It-Deu)
Umberto Boccioni. La ciudad que crece, 1910
Umberto Boccioni. El trabajo, 1910-1911
Umberto Boccioni. Prisa en la galería, 1910
Umberto Boccioni.La calle entre dos casas, 1911
Gino Severini.Le restaurant à Montmartre, 1913
Giacomo Balla. Niña corriendo tras el balón, 1912
Giacomo Balla. Automobile in course, 1912
Giacomo Balla. Velocidad abstracta, 1913
Umberto Boccioni. Dinamismo de un jugador de fútbol, 1913
Umberto Boccioni.Dinamismo de un ciclista, 1913
Giacomo Balla. La guerra, 1916
LITERATURA FUTURISTA
Manifiesto técnico de la literatura futurista, 1912
LITERATURA FUTURISTA
Manifiesto técnico de la literatura futurista, 1912
Sentado
sobre el depósito de gasolina de un aeroplano, con el vientre caliente por la
cabeza del aviador, sentí la ridícula inutilidad de la vieja sintaxis heredada
de Homero. ¡Violenta necesidad de liberar las palabras, sacándolas de la
prisión del periodo latino! Naturalmente, como todo imbécil, tiene una cabeza previsora,
un vientre, dos piernas y dos pies planos, pero jamás tendrá dos alas.
¡Apenas
lo necesario para caminar, para correr algunos instantes y pararse casi en
seguida
resoplando!...
He
aquí lo que me dijo la remolinante hélice, mientras volaba a doscientos metros
sobre las poderosas chimeneas de Milán. Y la hélice añadió:
1.-
Es necesario destruir la sintaxis, disponiendo los sustantivos al azar, tal
como nacen.
2.-
Se debe usar el verbo en infinitivo para que se adapte elásticamente al sustantivo
y no lo someta al yo del escritor que observa o imagina. El verbo en infinitivo
puede sólo dar el sentido de la continuidad de la vida y la elasticidad de la
intuición que la percibe.
3.-
Se debe abolir el adjetivo para que el sustantivo desnudo conserve su color
esencial. El adjetivo, que tiene en si mismo un carácter matizador, es incompatible
con nuestra visión dinámica, porque supone una pausa, una meditación.
4.-
Todo sustantivo debe tener su doble, es decir el sustantivo debe ir seguido,
sin conjunción, de otro sustantivo al que está ligado por analogía.
Ejemplo:
hombre-torpedero, mujer-golfo, multitud-resaca, plaza-embudo, puertagrifo.
Como
la velocidad aérea ha multiplicado nuestro conocimiento del mundo, la
percepción por analogía se hace mucho más natural para el hombre.
Por
lo tanto hay que suprimir el como, el cual, el así, el parecido a. Mejor aún, hay
que fundir directamente el objeto con la imagen que evoca, dando la imagen abreviada
mediante una sola palabra esencial.
5.-
Abolir también la puntuación. Al suprimirse los adjetivos, los adverbios y las conjunciones, la puntuación queda lógicamente
anulada, en la continuidad variada de un estilo vivo que se crea por si mismo sin
las pausas absurdas de las comas y los puntos. Para acentuar ciertos
movimientos e indicar sus direcciones se emplearán signos matemáticos: + - x =
( ) y signos musicales.
6.-
Los escritores se han entregado hasta ahora a la analogía inmediata. Han comparado,
por ejemplo, el animal al hombre o a otro animal, lo que casi equivale, más o
menos, a una especie de fotografía. Han comparado por ejemplo un fox-terrier a
un pequeñisimo pura sangre. Otros, más avanzados, podrían comparar ese mismo
fox-terrier trepidante a una pequeña máquina Morse. En cambio yo lo comparo con
el agua hirviendo. Hay en ellos una gradación de analogías cada vez más amplias
y unas relaciones cada vez más profundas y
sólidas,
aunque muy distantes. La analogía no es más que el amor profundo que une las
cosas distantes, ⎯ aparentemente
diversas y hostiles. Sólo por medio de analogías amplisimas se logrará un
estilo orquestal, al mismo tiempo policromo, polifónico y polimorfo capaz de
contener la vida de la materia.
Cuando
en mi Batalla de Trípoli he comparado una trinchera erizada de bayonetas a una
orquesta, una ametralladora a una mujer fatal, he introducido intuitivamente
una gran parte del universo en un breve episodio de batalla africana.
Las
imágenes no son flores para escoger y recoger con parsimonia, como decía
Voltaire. Ellas constituyen la sangre misma de la poesía. La poesía debe ser una
serie ininterrumpida de imágenes nuevas, sin las cuales no es más que anemia y
clorosis.
Cuanto
más amplias relaciones contengan las imágenes, más tiempo conservarán su fuerza
de sorpresa. Es necesario, dicen, no fatigar la admiración del lector. ¡Vamos!
Curémonos, más bien, de la fatal corrosión del tiempo que destruye no solamente
el valor expresivo de una obra maestra sino además su fuerza de asombro.
¿Nuestros oidos demasiado entusiastas no han destruido a Beethoven y Wagner?
Por lo tanto hay que eliminar de la lengua todo lo que ella contiene de
imágenes-cliché, metáforas descoloridas, es decir, casi todo.
7.-
No existen categorías de imágenes, nobles o groseras, elegantes o vulgares,
excéntricas o naturales. La intuición que las percibe no tiene preferencias ni
prejuicios. El estilo analógico es, por lo tanto, el dueño absoluto de toda la
materia y de su intensa vida.
8.-
Para representar los movimientos sucesivos de un objeto es necesario ofrecer la
cadena de las analogías que éste evoca, cada una condensada, recogida, en una
palabra esencial.
He
aqui un ejemplo expresivo de una cadena de analogías todavía ocultas y
sobrecargadas por la sintaxis tradicional:
¡Claro
que sí!, usted es, pequeña ametralladora, una mujer encantadora, y siniestra, y
divina, al volante de un invisible cien-caballos que ruge con explosiva impaciencia.
¡Oh! ¡Dentro de poco os arrojaréis al circuito de la muerte, hacia el vuelco
aplastante o la victoria!... ¿Quiere que le escriba unos madrigales plenos de
gracia y de color? A vuestra elección, señora... Usted me recuerda a un tribano
gesticulante caya lengua elocuente, infatigable, golpea el corazón de los
oyentes en círculo, emocionados... Sois, en este momento, una perforadora
todopoderosa que atraviesa en redondo el cráneo demasiado duro de esta noche
obstinada...
Sois,
también, un laminador, un tornillo eléctrico y ¿qué más? Un gran soplete oxhídrico
que quema, cincela y funde poco a poco las puntas metálicas de las
últimas
estrellas!... (Batalla de Trípoli).
En
algunos casos será necesario enlazar las imágenes de dos en dos como balas
enramadas que en su vuelo arrancan a todo un grupo de árboles. Para envolver y
atrapar todo lo que hay de más huidizo e imperceptible en la materia es
necesario formar tupidas redes de imágenes o analogías que se lanzarán al mar misterioso
de los fenómenos. Salvo la forma tradicional, esta frase de mi Mafarka el
futurista es un claro ejemplo de una tupida red de imágenes:
Toda
la acre dulzura de su juventud subía por la garganta, como desde los patios de
las escuelas remontan los gritos alegres de los niños hacia sus viejos maestros
inclinados en los pretiles de las terrazas desde donde se ve alejarse a los barcos
en la mar...
He
aqui otras tres redes de imágenes:
Alrededor
del pozo de la Bumeliana, bajo los olivares frondosos, tres camellos, confortablemente
recostados en la arena, se relamían de alegría como viejas goteras de piedra
mezclando el chac-chac de sus escupitajos con el golpear regular de la bomba a
vapor que abastece a la ciudad. Estridencias y disonancias futuristas en la
orquesta profunda de las trincheras de hoyos sinuosos y cantinas sonoras, entre
el vaivén de las bayonetas, arcos de violines que la roja batuta del poniente
inflama de entusiasmo... Es el poniente-director de orquesta quien con un gesto
amplio recoge las pautas esparcidas por los pájaros en los árboles y las arpas
quejumbrosas de los insectos y el crujido de las ramas y el rechinamiento de
las piedras. Él es quien para en seco los tímpanos de las gamelas y de los fusiles
entrechocados para dejar cantar a plena voz sobre la orquesta de los instrumentos
en sordina a todas las estrellas vestidas de oro, rectas, los brazos abiertos
sobre la rampa del cielo. Y una gran dama presencia el espectáculo...
Ampliamente
descotado, el desierto estacionario pone de relieve su seno inmenso de curvas
limadas, todas barnizadas de colorete rosado bajo las gemas ruinosas de la
pródiga noche (Batalla de Trípoli).
9.-
Teniendo en cuenta que toda clase de orden es fatalmente un producto de la
inteligencia cauta y reservada, es necesario orquestar las imágenes disponiéndolas
según un máximo de desorden.
10.-
Destruir en la literatura el yo, es decir toda la psicología. El hombre completamente
deteriorado por la biblioteca y el museo, sometido a una lógica y a una
sabiduría espantosa, ya no ofrece ningún interés. Por lo tanto debemos eliminarlo
de la literatura y sustituirlo finalmente por la materia cuya esencia se debe
alcanzar a golpes de intuición, cosa que no podrán hacer jamás los físicos ni los
químicos.
Descubrir
a través de los objetos en libertad y los motores caprichosos la respiración,
la sensibilidad y los instintos de los metales, de las piedras, de la madera,
etc. Sustituir la psicología del hombre, ya agotada, por la obsesión lírica de
la materia.
Protegéos
de atribuir sentimientos humanos a la materia, adivinad sobre todo
sus diferentes impulsos directivos, sus fuerzas de comprensión, de dilatación,
de cohesión y de disgregación, sus riadas de moléculas en masa o sus torbellinos
de electrones. No se trata de expresar los dramas de la materia humanizada.
Es la solidez de una plancha de acero la que nos interesa por si misma;
es decir, la alianza incomprensible e inhumana de sus moléculas y de sus electrones,
que se oponen por ejemplo a la penetración de un obús. El calor de un
pedazo
de hierro o de madera es para nosotros en lo sucesivo más apasionante que
la sonrisa o las lágrimas de una mujer.
Queremos
expresar en literatura la vida del motor, nuevo animal instintivo
cuyo instinto general conoceremos cuando conozcamos los instintos de las
diferentes fuerzas que lo componen.
Nada
es más interesante para un poeta futurista que la agitación del teclado
de un piano mecánico. El cinematógrafo nos ofrece la danza de un objeto que
se divide y se recompone sin la intervención humana. También nos ofrece el impulso
hacia atrás de un nadador cuyos pies salen del mar y rebotan violentamente
por el trampolín. Finalmente, nos ofrece la carrera de un hombre a 200
kilómetros por hora. Son otros tantos movimientos de la materia fuera de las leyes
de la inteligencia y por consiguiente de una esencia más significativa.
Además
es necesario representar el peso (facultad de vuelo) y el olor (facultad
de esparcimiento) de los objetos, cosa que ha sido descuidada hasta ahora
en literatura. Esforzarse en restituir, por ejemplo, el paisaje de olores que percibe
un perro. Escuchar los motores y reproducir sus disertaciones. La
materia siempre ha sido contemplada por un yo distraído, frío, demasiado
preocupado de si mismo, lleno de prejuicios de sabiduría y de obsesiones
humanas.
El
hombre tiende a manchar con su joven alegría o con su viejo dolor a la materia,
que posee una admirable continuidad de impulso hacia un mayor ardor, un mayor
movimiento, una mayor subdivisión de si misma. La materia no es ni triste ni
alegre. Tiene por esencia el coraje, la voluntad y la fuerza absoluta. Pertenece
entera al poeta adivinador que sepa liberarse de la sintaxis tradicional, pesada,
estrecha, pegada al suelo, sin brazos y sin alas, porque ella es solamente inteligente.
Sólo el poeta asintáctico y de palabras desligadas podrá penetrar en la esencia
de la materia y destruir la sorda hostilidad que la separa de nosotros. El
periodo latino que nos ha servido hasta ahora era un gesto pretencioso con el
que la inteligencia arrogante y miope se esforzaba por dominar la vida multiforme
y misteriosa de la materia. El periodo latino había por lo tanto nacido muerto.
Las
intuiciones profundas de la materia, unidas una a la otra, palabra por palabra,
siguiendo su nacimiento ilógico, nos ofrecerán las líneas generales de una
psicologia intuitiva de la materia. Ella se rebeló a mi espíritu desde lo alto
de un aeroplano. Mirando los objetos desde un nuevo punto de vista, no más de
cara o
de espaldas, sino a pico, es decir, en sintesis, he podido romper las viejas
trabas lógicas y los hilos de plomo de la comprensión antigua. Todos
vosotros, los que me habéis amado y seguido hasta aqui, poetas futuristas,
seréis como yo, frenéticos constructores de imágenes y valientes exploradores
de analogías. Pero vuestras tupidas redes de metáforas están desafortunadamente
muy sobrecargadas del plomo de la lógica. Os aconsejo aligerarlas para que
vuestro gesto inmensificado pueda lanzarlas lejos, desplegadas sobre un océano
más amplio. Inventaremos
juntos lo que yo llamo la imaginación sin hilos.
Alcanzaremos
un día un arte aún más esencial cuando nos atrevamos a suprimir todos los
primeros términos de nuestras analogías, para no ofrecer nada más que la
continuación ininterrumpida de segundos términos. Será necesario, para ello, renunciar
a ser comprendidos. El ser comprendidos no es necesario. Por otra parte, no lo
necesitábamos cuando expresábamos los fragmentos de la sensibilidad futurista
mediante la sintaxis tradicional e intelectiva.
La
sintaxis era una especie de intérprete o de cicerone monótono. Es necesario
suprimir este intermediario para que la literatura entre directamente en el
universo y haga cuerpo con él. Indiscutiblemente,
mi obra se distingue netamente de las demás por su tremenda potencia de
analogía. Su sorprendente riqueza de imágenes casi iguala su desorden de
puntuación lógica. He desembocado en el primer manifiesto futurista, síntesis
de un 100 HP lanzado a las más locas velocidades terrestres.
¿Por
qué servirse todavía de cuatro ruedas exasperadas que se aburren, desde el
momento en que podemos separarnos del suelo? Liberación de las palabras, alas
desplegadas de la imaginación, síntesis analógica de la tierra abrazada por una
sola mirada concentrada toda entera en palabras esenciales.
Nos
gritan: ¡Vuestra literatura no será bella! ¡No lograremos las sinfonías verbales
de los armoniosos balanceos y de las cadencias tranquilizantes! Por supuesto.
¡Qué suerte! Nosotros utilizaremos, por el contrario, todos los sonidos brutales,
todos los gritos expresivos de la vida violenta que nos rodea. Hagamos valerosamente
el bruto en literatura y matemos por todos los sitios la solemnidad.
¡Vamos!
¡No adoptéis esos aires de grandes sacerdotes al escucharme! ¡Es necesario
escupir cada día sobre el Altar del Arte! ¡Nosotros entramos en los dominios
ilimitados de la libre intuición! ¡Después del verso libre, he aquí finalmente
las palabras en libertad!
En
esto no hay nada de absoluto ni de sistemático. El genio tiene ráfagas impetuosas
y torrentes fangosos. A veces impone lentitudes analíticas y explicativas.
Nadie puede renovar de un golpe su propia sensibilidad. Las células muertas
están mezcladas con las vivas. El arte es una necesidad de destruirse y de esparcirse,
inmensa regadera de heroísmo que inunda el mundo. Los microbios ⎯ no lo olvidéis ⎯ son necesarios para la salud del estómago y del
intestino.
También
existe una especie de microbios necesarios para la vitalidad del arte, prolongación
del bosque de nuestras venas, que se despliega fuera del cuerpo en el infinito
del espacio y del tiempo.
¡Poetas
futuristas! Yo os he enseñado a odiar las bibliotecas y los museos, para prepararos a odiar la inteligencia,
despertando en vosotros la divina intuición, don característico de las razas
latinas. Mediante la intuición venceremos la hostilidad aparentemente
irreductible que separa nuestra carne humana del metal de los motores. Después
del reino animal se inicia el reino mecánico. Con el conocimiento y la amistad
de la materia, de la cual los científicos solamente pueden conocer las
reacciones físico-químicas, nosotros preparamos la creación del hombre mecánico
de partes cambiables. Nosotros lo liberaremos de la idea de la muerte, por lo
tanto de la misma muerte, suprema definición de la inteligencia lógica.
Marinetti Tavola parolibera, 1919
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